Las notas no definen a una persona. Albert Einstein, Thomas Edison o Steve Jobs también obtuvieron bajas calificaciones, pero eso no significó un fracaso, ni empaño su valía personal o profesional.
A pesar de ello, es un motivo de preocupación para muchos padres, madres y menores, por lo vamos a profundizar un poco en tema.
Coaching familiar y educativo:
¿Cuáles pueden ser los motivos de un suspenso?
Seguro que hay muchísimos motivos y puede que la causa no la encuentres aquí, pero voy a exponer 7 situaciones por las que los niños, niñas o adolescentes suspenden y cómo podemos ayudarles.
Coaching familiar y educativo:
1. Desarrollo/madurez
Aún con la misma edad, cada niño/a tiene un ritmo diferente de madurez y desarrollo. Es muy evidente por ejemplo en los niños muy pequeños, algunos con apenas dos años hablan con gran facilidad, en cambio otros de cinco aún tienen dificultades.
Mantener unas expectativas realistas y entender y aceptar los tiempos y la madurez de los y las menores, nos ayudará a nosotros/as y a ellos/as a reducir la frustración.
Coaching familiar y educativo:
2. Aprendizaje no alineado
Cada cual adquiere conocimiento de una forma diferente, por ejemplo hay personas que son más visuales, otras auditivas, hay quien necesita el cuerpo y la experiencia física para aprender, otras personas prefieren conceptos mentales. Pero si en el colegio o instituto, le enseñan de una manera que no está alineada con su forma de aprender, le resultará muchísimo más difícil.
En este caso la comunicación con los profesores/as será fundamental, así como trabajar en casa de una forma que facilite su aprendizaje.
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3. Situaciones emocionalmente difíciles
Las emociones condicionan el aprendizaje. Cualquier persona que se encuentre en una situación de miedo o tristeza (y sus derivados: inseguridad, ansiedad, estrés, dolor, humillación, rechazo, vergüenza, etc.) tendrá verdaderas dificultades para aprender.
Ese tipo de emociones afectan negativamente a la comunicación de las neuronas, e impiden la adquisición de nuevos conocimientos.
Por lo tanto, un entorno estimulante que genere emociones agradables (seguridad, amor, aceptación, comprensión, diversión, etc.), favorecerá el interés, la atención, la curiosidad, la memoria y la motivación necesaria para facilitar el proceso de aprendizaje.
Si por ejemplo nuestros hijos/as se sientan humillados por un profesor/a, rechazados por un compañero/a o sienten estrés por los exámenes, resultará muy positivo que trabajemos con ellos/as la comunicación, la escucha y el apoyo, además de ofrecerles recursos emocionales para poder sobrellevar la situación y gestionar sus emociones.
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4. Patrón, creencia o etiqueta
Algunos niños y niñas se han identificado con una etiqueta, creencia o tipo de conducta. Quizá algún profesor o profesora le haya dicho que es un vago/a. Tal vez, aunque no lo verbalicemos, nuestras expectativas hacia él/ella, son poco alentadoras. Puede que en varias ocasiones el resultado de sus notas no haya sido un aprobado.
Todo esto genera una respuesta inconsciente. Él o ella han adquirido un concepto de sí mismo/a en base a las expectativas o resultados del pasado y actúan en consecuencia.
Aquí es importante que nosotros, los padres y las madres analicemos nuestras creencias a cerca de nuestros hijos e hijas. Un resultado, o una actitud no define a una persona. Un niño o niña que ha suspendido no es un vago, un fracasado o inútil. Es una persona que quizá necesite ayuda y recursos para hacerlo de otra manera.
Coaching educativo y familiar
5. Baja autoestima
Parecido al caso anterior, un/a menor que no cree en sí mismo, que se siente incapaz, tampoco obtendrá buenos resultados.
Valorar positivamente sus logros, en lugar de fijarnos constantemente en lo que no ha hecho. Darle opciones para que desarrolle sus talentos y habilidades innatas, por ejemplo, apuntándolo a guitarra si es lo que le gusta, en lugar de imponerle 3 horas en clases de inglés todas las semanas. Expresarle nuestro apoyo, amor y confianza. Todas estas serán estrategias que ayudarán a restaurar su autoestima
Coaching educativo y familiar
6. Falta de presencia/apoyo adulto
Esto es más frecuente de lo que parece, pero pretender que los niños/as (a veces en edades muy tempranas) sean capaces de evitar distracciones, mantener su atención y concentración y gestionar el tiempo de forma autónoma, es muy poco realista. Cuando empiezan a traer tareas para casa, no podemos desentendernos. Evidentemente, no se trata de hacerles los deberes, pero la autonomía es un proceso y el aprendizaje académico no es una excepción.
Los niños y las niñas necesitan presencia adulta, a poder ser de sus referentes, que con respeto y cariño les ayuden a marcar los tiempos, a enfocar su atención y gestionar su frustración. Y además les enseñen los recursos necesarios para resolver las tareas.
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7. Falta de herramientas
A muchos niños, niñas y adolescentes nadie les ha enseñado cómo estudiar, me he encontrado con argumentos como: “me he leído toda la lección pero he suspendido el examen”. Nadie les dijo que quizá con eso no es suficiente.
Enseñarles técnicas de estudio, de lectura, de esquematización, de concentración… en muchos casos es la solución inmediata a las bajas calificaciones.