El apego

Tras la WWII, la ONU encargó al psiquiatra y psicoanalista John Bowlby que escribiera sobre las dificultades que presentaban los niños huérfanos y sin hogar. A partir de su trabajo, con un arduo estudio interdisciplinario, psicológico, y evolutivo… surgió posteriormente “La teoría del apego” .

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¿A qué llamamos apego?

El apego es una vinculación física y afectiva, intensa y duradera, que se da con una figura  de referencia. Inicialmente suele ser la madre (no siempre) y puede ir cambiando a lo largo de la vida, aunque los primeros años son de especial relevancia.

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¿Qué función tiene el apego?

Este vínculo tiene como objetivo, asegurar la supervivencia, aportar seguridad física (alimento, calor, protección,…) y emocional (confianza, autoestima, comunicación…), ante cualquier situación de amenaza o incertidumbre.

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¿Por qué es importante el apego?

El tipo de apego que se da en la infancia (aunque no es el único factor de influencia), marca las relaciones que tendremos lo largo de la vida, con los demás y con nosotros mismos. Por este motivo, es especialmente importante generar un clima de apego seguro con nuestros menores.

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¿Cuáles son los tipos de apego?

Basados en los estudios del ya citado John Bowlby, otros autores como Mary Ainsworth, Bell, Main o Salomón describieron cuatro tipos de apego. Uno seguro, el ideal y tres inseguros. 

  • Apego seguro. 
  • Apego ansioso, ambivalente.
  • Apego evitativo.
  • Apego desorganizado.

No existe la perfección. Y las madres y padres no siempre estamos en condiciones físicas y emocionales para proporcionar exactamente eso que necesitan nuestr@s hij@ y de la manera que lo necesitan. Pero se trata de que, en la media, el resultado sea positivo.

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El apego seguro

Imaginemos que, por ejemplo, mi hijo de 7 años está nervioso porque empieza en un nuevo colegio. Imaginemos que yo soy capaz de demostrarle empatía y comprensión. De esta forma, le ofrezco contención y presencia. El sello, el tinte, el recuerdo consciente o inconsciente de este momento complicado será positivo. Se habrá sentido visto, comprendido, y tenido en cuenta. Sabrá que es importante para los demás, por lo que sentaremos las bases de su propio reconocimiento. Si esto es lo habitual, mi hijo podrá confiar y su actitud en momentos críticos probablemente será mucho más equilibrada. A nivel personal buscará relacionarse con personas que lo valoren y lo tengan en cuenta.

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El apego inseguro

Sin embargo, si ante su ansiedad mi respuesta es restarle importancia , o decirle que no me gusta verlo así, o directamente no estoy disponible… (aunque pueda estar físicamente, no le presto atención y estoy pendiente de otras cosas), lo que aprenderá mi hijo de este tipo de experiencias recurrentes, es que sus sentimientos no tienen valor. Y que por lo tanto, él no es importante, lo que favorecerá una baja autoestima.

Además, aprenderá patrones de complacencia. Al exigirle lo que yo necesito, entenderá que lo adecuado será poner a los demás por delante de sí mismo y no confiará, ni él, ni en los demás. Comprenderá que esto es “lo normal”  y probablemente se relacionará con personas que reafirmen estas dinámicas en relaciones, porque es lo que ha aprendido.

El apego inseguro, aún no siendo el único factor, se relaciona directamente con ciertas conductas, patologías, adicciones o depresión.

 A veces con buena intención forzamos el desapego. Quizá queriendo hacerlos fuertes, les transmitimos frases del tipo: “no llores”, “eso no es nada”, “tienes que estar tranquil@”, “no me gusta verte así”. O puede que los dejemos llorar en la cuna para que se acostumbre a dormir solos… No queremos que sufran y creemos que para eso tienen que ser fuertes. Además, nosotr@s los adultos, no llevamos bien lo de verlos sufrir.

Pero el sufrimiento es parte de la vida. Reconocerlo, aceptarlo y acompañar el proceso, da mucha más fuerza que querer taparlo y obligar a nuestr@s hij@s a adaptarse a los demás. Los menores de forma natural reclaman lo que necesitan. Nosot@s podemos aprender a acompañarlos desde el amor, el respeto y el apego seguro, enseñándoles así maneras sanas de relacionarse consigo y los demás.