Aceptando las diferencias

A nivel mental, estamos convencidos de que aceptamos las diferencias y sobretodo las de aquell@s que queremos y tenemos cerca.

Coaching educativo y familiar:

Preocupación infantil

A nivel mental estamos convencidos de que aceptamos las diferencias y sobretodo las de aquell@s que queremos y tenemos cerca. Sin embargo, son muy frecuentes las sesiones de coaching donde nos encontramos a padres y madres preocupados por sus hij@s, por motivos como:

  • es poco sociable/ es demasiado charlatán
  • está muy apegad@/ no es nada cariños@
  • no es muy activ@/ no para un segundo
  • es demasiado bromista/es demasiado seri@
  • es muy perfeccionista/es un@ pasota.

Estas actitudes en ocasiones corresponden a etapas, procesos o realmente a formas de ser. Tendremos que ver si esto supone un problema en algún ámbito de la vida del/la menor. Porque, por sorprendente que pueda parecer… en muchos casos no es así.

Coaching educativo y familiar:

Las diferencias

Pongamos un ejemplo: supongamos que considero que mi hijo es poco sociable.

Podría pensar que esto puede suponer un problema para él, puedo creer que le conviene tener muchos amig@s. Es cierto que hay personas adultas que tienen muchas relaciones sociales y disfrutan interactuando con otr@s. Pero también hay personas que se sienten más cómodas con un número reducido de amig@s y no por ello son infelices. 

Podría sentir la necesidad, pensando en el bienestar de mi hijo, de que éste se relacione con much@s otr@s. Pero en realidad, esa necesidad es mía, no de mi hijo. Está basada en mi manera de ver las relaciones, en mis creencias. Pero :

¿Cuál es la necesidad del niño? Lo lógico es que esté actuando en base a su necesidad

Veámoslo con un ejemplo: supongamos que estoy tomando algo con un grupo de padres y los hij@s de los demás están jugando entre ell@s. Sin embargo, mi hijo se queda conmigo. Bien, pues eso, es exactamente lo que necesita en ese momento.

Si yo no lo entiendo, porque creo que en realidad necesita otra cosa, reprobaré su actitud. Esta falta de aceptación por mi parte puede inducir a un conflicto interno del niño, confrontando su necesidad con mi desaprobación (a nivel inconsciente, aunque la incomodidad pueda resultar evidente). El resultado es que tanto mi hijo como yo, nos sentiremos frustrados.

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¿Actitud impositiva?

Es curioso, a la mayoría de los padres y madres de ahora nos sorprende que alguien diga “mi hijo será abogado o médico”. Muchos de nosotr@s pensamos que esa es una actitud impositiva o que coarta su libertad y que ese niñ@ o adolescente tiene derecho a elegir a qué dedicarse o cómo vivir su vida, a tomar sus propias decisiones. 

Sin embargo, muchas veces queremos imponer “nuestras maneras” (en base a nuestras necesidades, creencias o preferencias) y no aceptamos la personalidad, el momento o el proceso por el que están pasando nuestr@s hij@s y no somos conscientes de ello. 

Como en el caso del padre que quiere que su hijo sea médico o abogado, también sentimos que lo hacemos por su bien, por su futuro. Es algo tan inconsciente que ni nos damos cuenta de que no aceptamos.

Por eso es importante, antes de pensar en pedir ayuda (ya sea de un psicólogo, terapeuta, coach… ), plantearnos si realmente es un problema esa situación. Estas preguntas te pueden ayudar a descubrirlo:

  • ¿El menor se siente incómodo con su actitud, la situación, su manera de ser,…?
  • ¿Le supone un problema?
  • ¿Cuál es su necesidad?
  • ¿Cuál es la nuestra?
  • ¿Cómo me gustaría que fuese?
  • ¿Por qué?
  • ¿Cuáles son mis miedos?
  • ¿Identifico alguna creencia de como tendría que ser la situación?
  • ¿Conozco a adultos que tienen una actitud similar a la de mi hij@ y no supone un problema?
  • ¿Para quién supone esto un problema?
  • ¿De quién es la necesidad de realizar un cambio?
  • ¿Qué es lo que genera el conflicto?
  • ¿Puede haber una falta de aceptación?

En el primer ejemplo, mi hijo quizá necesite más tiempo para abrirse a los demás. Puede que no les guste el tipo de juego, o quizá acaba de tener un hermanito y siente celos…. O simplemente es parte de su forma de ser, pero no tiene por que suponer ningún problema. 

Es muy normal que queriendo lo mejor para ell@s o deseando evitar su sufrimiento, caigamos en esto. A veces no es fácil verlo desde dentro, pero todas estas preguntas nos pueden invitar a reflexionar, si nos encontramos realmente ante un problema. Nos han enseñado que hay “una manera correcta de ser” pero lo cierto es que cada persona es diferente (por suerte) y eso que nos hace diferentes puede ser nuestro gran valor o el de nuestros hij@s.